«Me siento mal», cómo responde la terapia sistémica




Cuando ayudamos en psicoterapia a una persona con sufrimiento psicológico y el/la psicoterapeuta decide que su marco de trabajo es la terapia sistémica va a analizar el problema e intervenir teniendo presente las relaciones personales.

            El modelo sistémico se inició en terapia familiar, pero su aplicación se amplia a las relaciones de pareja y a la terapia individual.

            Aunque el trabajo sea individual se valoran las interacciones en el seno de la familia. De acuerdo a M. Selvini, ésta la entendemos como un sistema abierto que forma una unidad con sus propias normas, con una historia propia y en constante evolución. Así, cualquier cambio en uno de los miembros afecta a los demás, y en este contexto siempre hay comunicación, es imposible no comunicar, el silencio, tanto hacer como no-hacer, también son comunicación.(teoria de la comunicacion humana de Watzlawick )

            Las familias tienen que afrontar exigencias a lo largo de su ciclo vital, las transiciones, las tareas evolutivas y los sucesos en la vida familiar, y por tareas hablamos de noviazgos, matrimonios, nacimientos, enfermedades, emancipación de hijos, fallecimientos… situaciones que surgen en distintos momentos temporales y que exigen esfuerzos a la familia para adaptarse.

            La disfunción aparece cuando hay determinados cambios no previsibles, modificaciones en el ciclo vital  o graves dificultades personales que rompen el equilibrio familiar, y hacen que sean necesarios cambios para encontrar de nuevo la estabilidad, que dé orden al desorden de la estructura familiar, cualquiera conoce casos de madres o padres que en determinados momentos del ciclo vital han de adaptarse a la emancipación de los hijos, (síndrome del nido vacío).

            Con la intervención terapéutica se explora cuándo surgió el problema, cómo afecta el problema a las relaciones, en qué han cambiado, intentos de solución, historia de la familia de origen, áreas funcionales, valores culturales, sociales, religiosos, de género…, entre otros aspectos.

            Se parte de un concepto de relación terapéutica de colaboración, en la que la terapeuta y el paciente construyen una nueva narrativa buscando cambios concretos.
La terapeuta no solo ayuda en las interacciones disfuncionales, sino que “acompaña” al paciente a construir nuevas posibilidades, la terapeuta hace que el paciente sea protagonista del cambio, esto potencia sus capacidades y su movimiento hacia el cambio. El paciente va a conseguir modificar la queja, «me siento mal», por expectativas de mejoría y de control, «sé qué cosas concretas hago que mantienen que me encuentre mal, …puedo cambiar lo que hago».
Y por añadidura el cambio en uno de sus miembros hace que cambie la totalidad del sistema familiar y se modifica así la estructura familiar disfuncional.

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