Tabaquismo



El tabaquismo cumple los criterios de adicción o dependencia: consumo compulsivo pese a las consecuencias negativas y los repetidos intentos de dejar de fumar.

“Llevo fumando 30 años, empecé a los 14, en el último año he intentado dejarlo dos veces, el máximo tiempo que he podido estar abstinente han sido tres meses, ahora lo peor  no es que haya aumentado el consumo a un paquete y medio, sino que me siento culpable pensando que lo tengo que dejar y no lo hago”. Cuando a los profesionales de la salud, psicólogos o médicos, nos cuentan estas situaciones, pensamos en adicción.

La dependencia  al tabaco produce tolerancia y abstinencia, es decir, necesidad de aumentar la cantidad consumida para alcanzar el efecto deseado y malestar cuando cesa su consumo.

La nicotina es la principal  responsable del uso continuado del tabaco a pesar de los efectos nocivos.
Se absorbe por inhalación a través de los pulmones o de la piel. La adicción a la nicotina es un fenómeno neurobiológico relacionado con el mecanismo neurológico de recompensa.
A través de la mucosa nasal, oral y respiratoria llega rápidamente al cerebro, tarda 7 segundos, esta relación inmediata entre inhalación y efecto cerebral justifica su alto poder adictivo.
La vida media de la nicotina es de 2 horas, la mayor parte se metaboliza por el hígado. Hay una desensibilización de los receptores nicotínicos, lo que provoca que disminuya el efecto si se fuma más de dos cigarros seguidos, esto explica el fenómeno de la tolerancia. Cuando desaparece la nicotina del cerebro produce excesiva excitabilidad del sistema cerebral relacionado lo que induce malestar y nerviosismo.

El primer cigarro del día es el más placentero ya que tras una noche de abstinencia hay menor número de receptores nicotínicos, esto hace que se libere más dopamina, por lo que hay mayor efecto placentero.

Otras sustancias, además de la nicotina, intervienen en la dependencia, los ingredientes del tipo “agente de sapidez” con lo que los fabricantes de cigarros buscan mejorar el sabor y la fidelidad del fumador.

Los intentos de dejar el consumo de tabaco suelen ser improductivos, por varios motivos,  hay una neuroadaptación de años de exposición a la nicotina y existe repetición de conductas aprendidas, por lo que el deseo de fumar puede experimentarse años después de no fumar.

Cualquier momento es bueno para dejar de fumar, esperar a una mejor ocasión o que las “cosas” cambien, lo que hace es retrasar superar la adicción. Sin lugar a dudas con este paso se mejora físicamente e incrementamos nuestra la calidad de vida.

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