Cómo es la terapia con EMDR
Desde mi continua inquietud profesional, inmersa en
las ansias de mejorar y alcanzar cotas más altas de eficacia, me topé de forma
casual con el curso “Nuevas técnicas para pacientes difíciles” organizado por
el Colegio de Psicólogos de Extremadura, a manos de un colega, Antonio de Dios.
Buscaba más respuestas para aquellos pacientes que precisan tiempos prolongados
de intervención y que son reto permanente en el
buen hacer psicoterapéutico. Así tomé contacto con técnicas de tercera
generación, EMDR, TIC (técnicas de integración cerebral), TIR (terapia de
interacción recíproca) o EFT (técnica de liberación emocional).
Animada por las nuevas vías abiertas profundicé mis
estudios en EMDR, acrónimo en inglés de Desensibilización
y Reprocesamiento por medio del movimiento ocular, para ello además de realizar revisiones
bibliografías, me dirigí a la fuente homologada en España, la Asociación de EMDR,
donde inicié mi formación.
Encontré que numerosos estudios
demuestran incluso desde sus inicios en los 90, que es la técnica de elección
frente al trastorno de estrés postraumático. Especialmente interesantes son los
resultados en imágenes cerebrales que muestran cómo varían sus
estructuras activadas antes y después del tratamiento con EMDR.
Con posterioridad, la comunidad
científica ha establecido que es efectivo también en otras patologías como:
- Ataques de ansiedad o pánico
- Desórdenes disociativos
- Duelos o pérdidas
- Temor a intervenciones quirúrgicas
- Desórdenes de atención, impulsividad, inquietud
- Fobias, miedo irracional
Lo que en sus inicios era una
técnica que intervenía sobre la ansiedad, se convirtió en una desensibilización
de la ansiedad por el reprocesamiento, entendido éste como la actividad mental que permite que comprendamos, representemos,
almacenemos y/o usemos la información. Se consigue que la ansiedad, y también
la culpa, la rabia o la impotencia se transformen en la comprensión de lo que
sucedió.
La información
relevante que percibimos se almacena en el cerebro. Si esta información
el cerebro la procesa de forma natural, está “resuelta”, es adaptativa, lo que significa
que se almacena correctamente y no irrumpe en situaciones futuras. Sin embargo,
cuando hay recuerdos que provocan perturbación parece que esa resolución no
sucede, las emociones y los autoconceptos negativos, la sobreactivación
nerviosa y los pensamientos como “no hago
nada bien”, “no sirvo para nada”, “es mi culpa”, “soy incapaz”, “soy una mala
persona”…, aparecen en esas situaciones en las que el cerebro no procesa de
forma adaptativa, con EMDR se trata que la información “atascada” llegue a una
resolución adecuada.
D. Servan explica que «según la teoría del EMDR, en
lugar de ser digerida, la información concerniente al traumatismo permanece
bloqueada en el sistema nervioso, grabada en su forma inicial. Las imágenes, pensamientos,
sonidos, olores, emociones, sensaciones corporales, y las convicciones que se
extraen sobre uno mismo, se almacenan en un sistema de neuronas que cuenta con
vida propia.»
El recuerdo grabado en la memoria puede ser evocado a
partir de cualquiera de esos componentes mencionados, una imagen, la sensación
física o el pensamiento, puede evocar la totalidad de la experiencia.
Con EMDR se interviene con los sucesos iniciales
(sean infantiles o no), las experiencias tempranas que son problemáticas en el
momento actual, al estimular el sistema adaptativo de tratamiento de la
información, se activan los aspectos positivos, las creencias valorativas sobre
uno mismo que sustituirán a los negativas, “lo
hice lo mejor que pude”, “aprendí algo de lo que sucedió” “soy buena persona” o
“soy capaz de manejar la situación”…
Durante este proceso terapéutico
con EMDR se realiza estimulación bilateral, ya sea con movimientos de ojos,
“tapping” o estimulación auditiva, a la vez que se interviene en las emociones,
las sensaciones físicas y las creencias negativas. En palabras de F. Shapiro,
“además de actuar sobre el cuadro clínico, se capacita a la persona en tomar
las mejores decisiones para el futuro”, se aumentan las potencialidades, las
conductas adecuadas y una visión realista de la situación actual
Este método reúne aspectos de
distintos modelos terapéuticos, de la terapia cognitiva, conductual, sistémica
o psicodinámica, por tanto su uso no es exclusivo de ninguna escuela
psicológica.
Es importante no olvidar, que al
igual que cualquier intervención psicoterapéutica, no es la panacea y tiene sus
limitaciones. Implica, para mi trabajo, la premisa de utilizarlo como un componente
más de la intervención clínica, si bien es cierto que tiene gran peso en las
terapias que desarrollo.
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